Este pequeño pueblo del Valle de Calingasta nos conquistó desde el principio.
Aquí la gente se mueve a caballo o en bicicleta, no hay internet, sólo la calle principal está asfaltada y los servicios son mínimos.
Es uno de los mejores lugares por los que hemos pasado en Argentina, las vistas sobre la cordillera Ansilta, los paseos en bicicleta entre álamos y sauces, los cielos estrellados... pero sobre todo su gente y en particular los niños de Barreal.
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